No dejen de congregarse, como algunos tienen por costumbre
EL ser humano es capaz de acostumbrarse a todo. Incluso a las cosas que no son buenas. Es por eso que necesitamos catalogar entre "buenas y malas costumbres".
Dios nos dice en su Palabra que algunas personas que creen en Jesucristo adquieren malas costumbres. Estas difieren de las costumbres que nuestro Señor quiere que adquiramos. Una de ellas es el dejar de congregarnos (no asistir a la iglesia o dejar de reunirnos con la comunidad de creyentes)
Al principio, como todo, comienza por algún impedimento o inconveniente real. Luego quizas nos cueste retomar. Viene un poco de pereza, falta de motivación o interez, y puede terminar en dejadez. Y finalmente uno se acostumbra a no congregarse, y deja de santificar así el día de reposo, asumiendolo como algo normal.
En ocasiones la Palabra de Dios golpea nuestra conciencia mostrandonos su voluntad sobre este tema, y para intentar calmarla solemos recurrir a excusas que justifiquen nuesta situación. Muy a menudo solemos buscar culpables en otros, acusándolos de ser la causa de nuetra ausencia.
Cuando se intenta apagar la conciencia, que es el lugar en el que el Espíritu Santo trabaja con la Palabra que dice: "No dejen de congregarse", ya uno cae en la trágica trampa del acomodamiento, y puede decir: Yo soy cristiano. Yo creo a mi manera. Mi relación con Dios es personal y privada. Yo no necesito ir a la iglesia para ser cristiano. No necesito ir a mostrarme como un hipócrita.
Con esta actitud, uno termina creyendose que no hacer caso a la voluntad de Dios lo hace ser mas noble y virtuoso que los demas, ya que no necesita de la congregación. Puede pensa: "Yo solo me basto para vivir mi vida de fe". E incluso puede jactarse de ello.
Si este es tu caso, te digo, no yo, sino el Señor: NO DEJES DE CONGREGARTE!!!
Cristo es quien te convoca, quien se hace presente en medio de la congregación para perdonarte tus pecados y darte nueva vida.
Cristo sabe de tu necesidad y el te llama para cubrirla.